Pajarito que aún cantas en la laguna.

Un demonio decide que mi garganta es un tobogán
se desliza en dirección contrario hasta la quemazón
y trago grito que me desolla la laringe.

Un demonio decide que mi boca es salón de costura
y mis dientes manosean los hilos de su control
hasta que sólo soy capaz de escupir maldiciones.

Un demonio pestañea con mis manos
aprieta fuertes nudos en mis córneas
y todo lo que todo adquiere la textura de lo oscuro.

Y existe sólo un lugar donde mi plegaria es vislumbrada
un lugar suave, en el agujerito de su lóbulo mujéreo
capaz de oír mi radiación ultra violeta

Existe un lugar donde mi rezo, que sólo es mi respirar chillado,
es sólo mi respirar tranquilo
(una canción de luces).

Su silencio me acaricia el color de los ojos.
Cuervo Madre, que me dio los suyos.

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