Odio Generacional.

En el museo más importante del mundo nadie espera ver los ecos de Atapuerca, sino todo lo contrario: una lata de tomate warholiana (marca blanca) vomitando a presión sobre un cristal blindado; algo tan extraordinario como una confesión. El sistema está roto y queremos visitar las grietas. Nos lo contamos porque creemos en los grandesSigue leyendo «Odio Generacional.»

Cartuchos de leche.

Este verano mi madre está escribiendo un poema cada día. Por las mañanas, nos llega el mensaje por grupo de whatsapp. Mi madre es una escritora pizpireta, tierna y divertida. Tiene un punto Gloria Fuertes y es representante máxima de la corriente positivista de los finales felices. Algunas noches le pregunto: «¿mamá, de qué vasSigue leyendo «Cartuchos de leche.»

El asesino de la barra de pan.

Nunca me ha pasado nada. He tenido suerte. Un pensamiento atraviesa mi mente: vivo sola, quizá alguien lo sabe. Mi ventana de balcón, de noche, con las luces encendidas, regala la escena de mi vulnerabilidad. Se lo cuento a mi amiga Nia, como quien rompe un maleficio: así ya no va a pasar nada. HaceSigue leyendo «El asesino de la barra de pan.»

Poner el cuerno está guay.

Hay diversas teorías sobre el origen de la expresión «poner los cuernos». Una de ellas cuenta que, desde siempre, el matrimonio ha sido un concepto asociado a la domesticación del animal salvaje; el animal salvaje, que tras el descornado se vuelve manso y más fácil de manejar. Hay un programa de la televisión muy exitosoSigue leyendo «Poner el cuerno está guay.»

La retórica del 2020.

Repiquetean las campanas del carpetazo: ya es diciembre de 2020.  Llegamos aquí, a veces como si hubiésemos alcanzado la Tierra Prometida tras 40 años vagando por lo árido, a veces como si nos hubiésemos teletransportado de un golpe en el tablero, arrasando con todo. Hay mucho en común entre lo repentino y lo implacable.  MiSigue leyendo «La retórica del 2020.»

Sin Eva no hay paraíso.

En algún lugar hay una Eva a la que me parezco. Pero ella es mucho mejor.Reivindico su corona y sus más de cinco años de experiencia. Comparto su tristeza y el destierro, y los sé más suyos.Ella estaba ahí mucho antes de que yo llegase, y permanecerá después. Lo supe al ver todo ese jaleo:Sigue leyendo «Sin Eva no hay paraíso.»