Odio Generacional.

En el museo más importante del mundo nadie espera ver los ecos de Atapuerca, sino todo lo contrario: una lata de tomate warholiana (marca blanca) vomitando a presión sobre un cristal blindado; algo tan extraordinario como una confesión.

El sistema está roto y queremos visitar las grietas. Nos lo contamos porque creemos en los grandes valores universales, en salvar a la lesa humanidad.

Mañana relataré que la Monalisa me siguió a mí todo el rato con los ojos.

Hemos subido a la cumbre del G20, somos intrépidos, respiramos de manera constante como los seres inertes. Disfrutamos de las asfaltadas vistas, de nuestra propia condescendencia. 

¿Qué es el progreso? ¿Que los últimos estudios afirman que soy autista? ¿Que sentarse de manera retorcida, que sentirse inadaptada; que hacerse una bola en la cama, que mirarse al espejo y sonreír no son cosas normales? ¿Que la febrícula o los ataques de pánico son mejores somníferos que los anthistamínicos porque no dejan resaca? ¿Que la luz se estire… que los días tengan más horas?

Vuelve a ser verano. Los termómetros se ríen cuando nos oyen hablar del mercurio retrógrado.

Te enorgulleces de haber enfermado de imposibilidad. 

Colocas sobre ti palabras que sólo existen en los tomos de sociología. 

Bailas fiesta pagana religiosamente en cada ocasión solemne. 

Tienes mucho que demostrar.

El capitalismo ha fracasado, y tú juras que sabes por qué; que existe un plan mucho mejor, ya diseñado, en los libros polvorientos de las estrellas. Pero tienes casi 30 años y no renuncias a pensar que todo lo que está cambiando dentro de ti sigue siendo crecer.

Deja un comentario